Las labores de mantenimiento de una instalación solar se tratan básicamente de operaciones de carácter visual y verificación de actuaciones que, aplicadas al sistema, permiten mantener su funcionamiento dentro de unos límites aceptables, así como sus prestaciones, protección y durabilidad.
Cuando una instalación solar está bien diseñada,
y sobre todo correctamente instalada, no cabe duda de que su mantenimiento será
más fácil y menos costoso. El grado de satisfacción de
los usuarios suele ser muy alto porque, entre otras cosas, los profesionales
que se dedican a la instalación de módulos solares son bastante
especializados, por lo que el margen de error es mínimo. Sin embargo,
en el campo de las instalaciones solares es conveniente hacer labores de inspección
y mantenimiento de forma periódica, aunque con un pequeño seguimiento
rutinario, será suficiente para garantizar el correcto funcionamiento
durante la vida útil del módulo.
El propietario deberá hacer una labor de observación de los parámetros
funcionales del sistema, para poder prever algún tipo de problema o disfunción.
Asimismo, la empresa instaladora se encargará de intervenir cuando se
produzca alguna situación de avería y también enviará
un operario para revisar la instalación periódicamente, a fin
de que se evite cualquier contratiempo. Esta revisión será anual
en el caso de instalaciones sean menores de los veinte metros cuadrados y cada
seis meses para las que superen esta superficie. Asimismo la inspección,
limpieza y comprobación de los distintos elementos del sistema, permiten
una optimización del rendimiento energético de la instalación.
Como ocurre con cualquier otra tecnología, la situación y conservación
del equipo dependerá del uso que se haga de él, el usuario tiene
que tener en cuenta que la mala utilización de las instalaciones, su
sobrecarga o descuido, puede ocasionar alguna que otra avería. Es aconsejable,
siempre que el equipo esté accesible, observar si existe alguna anomalía
como pérdidas de agua, aislamiento roto o pintura deteriorada, síntomas
de corrosión o humedad dentro del captador. También es susceptible
de ser avería si la temperatura de la casa disminuye significativamente
durante la noche o la misma no se incrementa en el caso de que el día
sea soleado.
Cuando notemos que algo va mal en nuestra instalación solar, lo primero
que debemos hacer es una lista de los síntomas, evitando en todo momento
realizar cualquier tipo de manipulación en la misma (sobre todo si es
de difícil acceso) o tocar botones, válvulas y accesorios. Los
operarios suelen sobre todo tener bajo control la válvula de seguridad,
los circuitos (purgando los mismos para evitar bolsas de aire), la limpieza
de los filtros (cambiándolos cuando se encuentren obstruidos), las bombas
y los colectores, así como comprobar la presión del aire en el
vaso de expansión. Las placas solares en sí no pueden presentar
ninguna fisura o rotura, y deben ser reemplazadas de inmediato cuando esto ocurra.
Si todo esto lo realiza un profesional especializado, podremos disfrutar de
nuestra inversión por muchos años.